El pasado 14 de marzo del 2020 como proyecto social que se ocupa de personas en exclusión tuvimos que enfrentarnos a un nuevo reto. Nuestra mayor fuente de recursos, que es nuestro propio trabajo como restaurante cara al público, se vio detenido por causa de la pandemia mundial. Al mismo tiempo, la situación precaria de todas las personas a las que atendíamos, e incluso a las que habíamos ayudado a salir adelante, se volvió más precaria e incierta. Nos encontramos con algunos de nuestros beneficiarios que no tenían ni lo mínimo para sobrevivir a esta extraña y nueva situación. Y con tristeza vimos a algunas de las personas que ya teníamos ubicadas en el mundo laboral, regresar a nosotros en su desespero porque volvían al inicio de su situación cuando llegaron a nosotros. Perdían su medio de vida, y con ello, la posibilidad de pagar su alojamiento, manutención, y suministros básicos.

Como proyecto lo primero que hicimos fue asegurarnos que todos nuestros usuarios podían recibir un lote de comida de Cruz Roja (entidad con la que colaboramos en el reparto de alimentos) comunicando su nueva situación a de los Servicios Sociales. También continuamos dando unas 20 comidas y cenas diarias en nuestras instalaciones, a personas que no tenían cómo cocinar su propia comida, porque viven en habitaciones sin acceso a una cocina. Nos encontramos con familias que tenían problemas con los suministros básicos, y que, por su proximidad a nosotros, nos pidieron ayuda en este sentido.

Nuestro papel fue mediar para hacer visible su situación insostenible. Servimos como lugar de aseo, refugio emocional y ocupación física a personas que tenían como única alternativa 4 paredes aisladas del resto del mundo. Pudimos ayudar a adolescentes que necesitaban una mesa y una línea de internet para poder seguir con su ritmo de estudios.

Imperfect no podía cerrar.

Si bien permanecimos cerrados durante los 3 meses de pandemia al igual que el resto de restaurantes, como proyecto social tuvimos que proveer de espacios y tareas para evitar un mal mayor para algunas de las personas que confiaban en nosotros. A pesar de no generar beneficios económicos con los que sostenernos, hubo personas a nivel individual y entidades como la fundación (Roca), World Vision y Ferrovial, la Iglesia Evangélica, que nos dieron soporte para eso, para soportar este revés, y gracias a todos, salir airosos y fortalecidos.

Ahora estamos convencidos de que no estamos solos. Hay un ejército de personas que creen en el trabajo que hacemos, y arriman su hombro para que sigamos "haciendo bien a todos".